El espíritu en Derecho está cansado, diluido. Los estudiantes recorren lánguidamente los macizos pasillos de nuestra facultad con sólo una cosa en mente: Terminar este semestre de una vez. La sensación de agotamiento político de la Escuela (o más bien, de los estudiantes que la integran) es, sin embargo, perfectamente comprensible. Los procesos del semestre pasado y de principios del que esta pronto a acabar, sin importar la posición que se haya tomado, importaron un esfuerzo considerable para todos los grupos políticos y los estudiantes que los respaldan.
La elección de la próxima semana carga con todo este peso, con este cansancio, con la sensación de agobio, con la política espesa y enredada. Recurrentes son las expresiones en los pasillos de personas que ni siquiera saben que se realizarán y que se enteran de golpe, o de algunos que al ver la materia a decidir exclaman que “ya votaron esto”.
A pesar de ello, la participación de los estudiantes en esta elección es importantísima, y quizá más que en cualquiera de los abundantes procesos democráticos de este año. El sustrato de lo que se va a tratar dista mucho de lo que fue la base de la comisión anterior, que se encargó de ver solo la forma y condiciones de la discusión del PDI. Esta nueva mesa entre profesores, estudiantes y funcionario (sic), resultado de la anterior, tiene por misión discutir y generar un Proyecto de Desarrollo Institucional para Derecho: Las líneas pedagógicas, las materias para cada asignatura, el sistema de acceso y egreso, el objetivo final del desarrollo de la investigación en la facultad y cuál será su régimen de propiedad, los sistemas de financiamiento, la forma de participación en las decisiones, la extensión del conocimiento generado, el apoyo a iniciativas estudiantiles, la inclusión de los sub-contratados a la comunidad universitaria, los criterios de regularización del claustro, y, en fin, un larguísimo etcétera, en el que cada aspecto es solo superado en relevancia por el todo del cual forma parte, y donde no existen temas vetados a priori.
La participación es, pues, vital. No se puede tomar a la ligera la posibilidad que tenemos ahora de influir verdaderamente en los cursos de esta Facultad. La posibilidad de reflexionar sobre el estado actual y sobre lo que queremos para nuestra Escuela, y tomar efectivamente decisiones en conjunto debe ser de naturaleza única en nuestra historia universitaria reciente
De forma particular y como Nodo, hemos comprendido desde nuestra fundación la relevancia de esta discusión. Hemos puesto nuestros esfuerzos en varias iniciativas e instancias de participación donde nos hemos sentado, junto con otros estudiantes, a discutir los distintos ejes que atraviesan la creación de este Proyecto. La participación en la Comisión de seguimiento de la primera Comisión PDI, y la inclusión de una de nuestras miembros en la discusión con los profesores y funcionarios, la organización de jornadas abiertas junto con otros grupos durante el semestre, y la creación y el impulso del Congreso PDI, de reciente realización dan cuenta de esto.
¿Por qué votar, entonces? Porque es, en este momento, nuestro deber como estudiantes de Derecho el hacernos cargo de la oportunidad que ganamos, de participar en la deliberación de que principios serán los que regirán nuestra comunidad universitaria durante los próximos años; nuestro deber de, en último término, cristalizar la ya famosa frase de Bello, pero ampliarla y actualizarla: ya no es crear una Universidad para Chile y las necesidades de su pueblo, sino que es crear una Facultad con Chile, desde Chile, y para todos los pueblos.
Vicente Grubsic
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