Con fecha seis de septiembre, los
distintos actores de la educación entregaron al Ministro de la
cartera, Harald Beyer, una carta donde exponen los puntos que
consideran claves para lograr un sistema de educación equitativo y
de calidad.
El Ministro respondió a
finales del mismo mes -en una extensa carta- exponiendo la visión
del gobierno en este tema, todo sustentado con una gran cantidad de
datos duros y afirmaciones categóricas. Particularmente, nos llamó
la atención el siguiente fragmento:
“(…) no es
casualidad que un reciente estudio (Benaabdelaali et. al., 2012)
muestre que el nivel de desigualdad educacional entre los
más jóvenes se encuentra al nivel de los países desarrollados
y que ello ha ido acompañado de un aumento muy importante en
promedio de escolaridad, quedando este en niveles similares e incluso
superiores al de dichos países.”
La aserción es, al
menos, controversial. Mas aún tomando en cuenta las movilizaciones
de los últimos dos años. Sin embargo, el ministro no duda y
respalda su afirmación con el estudio de un impronunciable académico
extranjero. La verdad de la premisa estaría -entonces- justificada,
si no fuera porque el estudio citado no afirma lo que Beyer
menciona en la carta.
El artículo que cita el
ministro lleva por título “A New Data Set of Educational
Inequality in the World, 1950-2010: Gini Index of Education by Age
Group”. Sus autores, Benaabdelaali Wail, Hanchane Said y Kamal
Abdelhak, según señala la Social Science Research Network1,
son miembros del Alto Consejo de Educación de Marruecos y académicos
de la Universidad de Toulon-Var, Francia. Efectivamente, el estudio
señala que los países en vías de desarrollo (sin hacer referencia
explícita a Chile) muestran indicadores de desigualdad educacional
comparables con los países desarrollados, pero al nivel que éstos
tenían en los años cincuenta. Si comparamos los índices
actuales, los países desarrollados aventajan a los países en vías
de desarrollo en 17 unidades (0.19 contra 0.36) en el índice Gini
relativo a desigualdad educacional según el mismo estudio.
No
puede ser que un Ministro utilice un criterio arbitrario y falaz para
fundamentar la adopción de políticas públicas sesgadas y
parciales. Es de conocimiento público que, de acuerdo al Informe
presentado el año 2011 por la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE), de la cual nuestro país es miembro, no
sólo somos el país con mayor desigualdad en el ingreso, sino que
además, el que tiene mayor segregación socioeconómica en el
sistema educativo, en relación a
los 25 países que integran dicha organización.
Es inconcebible que una
autoridad gubernamental realice una interpretación antojadiza de
un estudio internacional para la adopción a ultranza de políticas
públicas que responden a una concepción ideológica que excluye los
elementos necesarios para comprender en su real dimensión la
problemática de la educación. En el fondo, lo que Beyer hace es
simplemente disfrazar con un argumento de autoridad una posición
dogmática. Este tipo de actitudes revela que el gobierno no está
dispuesto a ceder ni un milímetro los principios estructurales de la
educación de mercado, al punto de llegar a tergiversar artículos
académicos para respaldar el éxito del modelo.
No intente confundirnos
con tanta retórica amistosa, señor Ministro. Si desea excluirnos
del debate al cual nos invitó con argumentos técnicos, le pedimos
gentilmente que esté a la altura del cargo que ocupa, y los respalde
debidamente.
Colectivo NODO
Facultad de Derecho,
Universidad de Chile
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