sábado, 8 de septiembre de 2012

¡A pasar del emplazamiento a la disputa real!


El llamado segundo tiempo de las movilizaciones se ha puesto en marcha. El escenario se ha vuelto mucho más dinámico siendo esto patente en las discusiones que estas semanas hemos hecho frente en nuestros espacios, sobre todo con el levantamiento de los primeros paros y acciones masivas. Sin embargo, debemos ser justos con algunos elementos.

No es extraño decir que el escenario se ha dinamizado principalmente por el actuar de los secundarios, quienes en la calle y con la toma de sus establecimientos han materializado un vínculo real entre el contenido y la radicalidad a la hora de proponer su pliego de demandas. Por otro lado, la CONFECH ha volcado su mirada al posicionamiento mediático y el llamado a la expresión universitaria, cuestión que en nuestra Universidad ha tenido una mayor recepción que en el resto del país.Así, eldiscurso de la radicalización en lo universitario se ha traducido en maniobras que en lo concreto, se reducen a acciones pasivas, desplazando la lucha por cambios estructurales a un peticionismo que reacciona frente al ritmo del propio gobierno y los ajustes que el sistema educativo requiere para su perfeccionamiento.

De las “5 exigencias para avanzar hacia un nuevo sistema educacional”
Discrepamos con las voces que ven al emplazamiento como un verdadero avance en términos de articulacióno como el primer emplazamiento ofensivo de los estudiantes. Este documento hoy, marca un retroceso si lo comparamos con las demandas planteadas durante el 2011, desalojando su concreción y la necesaria radicalidad en contenido, limitando, lógicamente, los avances estratégicos en el proyecto de la educación que queremos.

Al plantear la forma del emplazamiento, se asume un contexto político adverso, en donde el movimiento estudiantil se encuentra con menores fuerzas para presionar y por tanto, aquello que debiese ser nuestro soporte ofensivo se convierte en la camisa de fuerzas conteniendo nuestro despliegue como movimiento. El contenido es ajustado al marco de posibilidades de victoria del ahora, no nos abre un camino claro en la lucha, ni apunta a subvertir una determinada relación de fuerzas sino por el contrario,modera en su contenido y función táctica la lucha por la educación.

Además, no prioriza las demandas que debiesen ser el sustento de nuestro proyecto, sirviendo más como un creativo collage que como reflejo de lo que queremos lograr. El frenar los proyectos de ley se pone en el tapete y abre la posibilidad de que una fuerza social, como la estudiantil, adquiera el carácter de mediador de la burocracia legislativa y sirva como botón de pánico de la agenda del bloque dominante¿Y en qué minuto es el propio pueblo quien dirige su lucha para disputar, vencer e implementar la educación que quiere? ¿En qué medida con acciones como esta no somos sino fuerza testimonial que se diluye en los muros del consenso imperante? ¿Cómo arrinconamos la mercantilización y proyectamos nuestra educación?

Del cómo avanzamos
Hoy más que nunca hacen falta claridades que nos lleven a radicalizar la movilización tanto en contenido como en formas. Es decir, que se condigan los lineamientos de la sociedad que queremos, con las demandas y con las formas de movilización que levantamos. La lucha estudiantil no puede acotarse ni dirigirse a resoluciones institucionales, sino que el movimiento debe ser capaz de generar una alternativa que haga sentido al pueblo en su conjunto, imprimiéndole no solo la fuerza moral sino también creando el soporte material de su propia independencia de clase y, por tanto, antagónica a cualquier reproducción del modelo educativo. Es decir, nuestra movilización, nuestras demandas, debe hacerle sentido al pueblo y no a los que dominan.

Debemos disputar con el Ejecutivo en una lucha confrontacional, sin confundirnos con que el parlamento es un espacio, ya que lo único que se puede esperar de aquél es que las fuerzas políticas con intereses en la institucionalidad se posicionen a través del lobby. Esta lucha debe sustentarse en la fuerza de nuestros proyectos y en el crecimiento de la alternativa estudiantil y no en la negación de las acciones del gobierno. Debemos exigir las mejoras materiales para todos los niveles de la educación y debemos ser nosotros, el pueblo movilizado, quien construya el sentido de la educación en la cotidianidad.

Así, la movilización tiene la potencialidad de superar realmente la inercia y la superficialidad con que se forja hoy; nos falta la radicalidad necesaria en las demandas y en el proyecto, de manera que las actividades que se hacen hoy en nuestros espacios tengan sentido y apunten a acumular la fuerza que necesitamos. Por esto, también un objetivo es la recomposición de la organización estudiantil, con un carácter permanente y que selle el vínculo intransable entre nuestra política y el cómo nos desplegamos en el escenario actual y los futuros, aglutinando nuestra praxis cotidiana en la perspectiva de un proyecto popular de educación.

Con todo lo anterior, hoy debemos avanzar en dos ejes: fin de mercado educativo en todos sus ámbitos y fortalecimiento del sistema estatal, cuestión que desaloje al mercado como amo y señor de la entrega de enseñanza.Cuestión aparte merecerá la generación de un proyecto de la educación que el pueblo debe implementar, que dispute con el actual modelo, desde su raíz, que destruya cualquier posibilidad de apropiación privada del conocimiento, y que forje en esa nueva sociedad a los hombres y mujeres que construirán el camino de su necesaria emancipación.

¡Educación digna e igualitaria para una nueva sociedad!

El Despertar – FEN
La Escotilla  – Salud
La Revoltosa – INAP
NODO – Derecho
Plataforma Colectiva – Sociales